Autor: Alvaro Andrade
Desde 2023 Ecuador experimenta apagones denominados racionamiento energético debido al estiaje por la extensión de las sequías, el incremento de las temperaturas climáticas, la falta de mantenimiento a toda la infraestructura del sistema eléctrico por años y principalmente por la limitada gestión pública para anticiparse a este tipo de situaciones. Los apagones de dos a tres horas experimentados entre octubre y diciembre de 2023 y de hasta 8 horas durante abril de 2024 han generado las más grandes pérdidas registradas desde la pandemia en Ecuador para el sector productivo, de acuerdo con cifras oficiales se estima que representa USD 72 millones de dólares diarios (Ministerio de Energía y Recursos Naturales No Renovables, 2024).
Más allá de las pérdidas económicas, los apagones nos dejan algunas reflexiones, no necesariamente aprendizajes, porque los apagones son parte de la historia de al menos los últimos 30 años de Ecuador. A lo largo de este texto se presentan algunos aspectos que se deben analizar a raíz de lo que los apagones nos dejan:
La culpa no es del planeta
Aunque la principal respuesta es que no hay agua para generar energía debido a la falta de lluvias y que no se pueden controlar los fenómenos naturales. La culpa de los apagones no la tiene el planeta ni el cambio climático, este es, ante todo un problema de falta de planificación acentuado por la creciente demanda energética. A lo largo de estas décadas el país ha experimentado sequías y lluvias torrenciales. Desafortunadamente, se ha demostrado que no hay preparación para ninguno de estos eventos y que tampoco se le ha dado la importancia necesaria a la crisis climática en la política pública.
La pregunta es ¿Qué acciones han realizado el actual y anteriores gobiernos para anticiparse a los efectos de la crisis climática? La respuesta puede ser difícil de escuchar, pero en realidad se ha hecho muy poco y es que firmar convenios, realizar estrategias, hacer eventos y generar compromisos de poco sirve, si no vienen acompañados de acciones concretas.
Cabe resaltar que el actual gobierno no ha respetado la voluntad popular de dejar el petróleo del Yasuní bajo tierra, el anterior dijo que extraerá hasta la última gota y los gobiernos previos no han tenido un enfoque ambiental. Aunque no parezca, la dependencia de combustibles fósiles, la pérdida de ecosistemas y glaciares, están directamente ligados a los cambios atmosféricos que vivimos. A esto se suma que la expansión urbana está creando ciudades de cemento sin un desarrollo sostenible y verde.
Se requiere planificar incluyendo a la crisis climática
Debido a que el planeta ya está atravesando cambios que podrían ser irreversibles, dejar de lado a la crisis climática en la planificación territorial, políticas públicas y asignación presupuestaria, puede traer consecuencias graves. Por ejemplo, planificar complejos hidroeléctricos sin considerar el nivel y presencia de lluvias, épocas de sequías prolongadas y los cambios atmosféricos que producen cambios importantes que pueden afectar al caudal y almacenamiento de agua para generar energía. Estas situaciones han traído serias consecuencias a la provisión de un servicio tan esencial como la energía eléctrica y a su vez pérdidas millonarias para el país.
La pérdida de manglares, erosión del suelo, deforestación, desaparición de glaciares, monocultivo, dependencia extractiva, el incremento del estrés hídrico y otras acciones que afectan a los ecosistemas pasan factura a las sociedad y Ecuador no está fuera de esta situación, por lo que es necesario planificar considerando que pueden darse este tipo de fenómenos con más frecuencia y mayores impactos, no solo en el sector energético, sino también en los riesgos que afectan a las comunidades, disponibilidad de agua para consumo y riego, seguridad alimentaria, y en general, todas las dimensiones sociales y económicas, debido a que su relación con el ambiente está completamente ligada.
La administración pública debe tener un enfoque prospectivo
La visión prospectiva implica considerar los diferentes futuros que pueden ocurrir para anticiparse a las situaciones que se pueden presentar en los siguientes años. Esto no quiere decir que los gobiernos deben convertirse en una especie de adivinos, pero sí que deben tener la capacidad de considerar fenómenos que tienen probabilidad de ocurrencia y qué efectos pueden generar, y además, tener la capacidad técnica, económica y operativa para responder de la mejor manera posible a hechos inesperados.
En el caso de las sequías y falta de reservas de agua para generar electricidad, no era un fenómeno inesperado, sino que era totalmente previsible para generar las contingencias necesarias, sin embargo, los gobiernos a lo largo de los años, incluyendo el actual no le han dado la suficiente importancia hasta que se convierte en algo inevitable sobre lo que se debe improvisar y esperar a que empiece a llover como la solución al problema.
Planificar para el corto plazo, basar la gestión en la improvisación y esperar a que el problema estalle para saber que hay un problema, son factores de nuestra realidad que deben superarse, la cultura de la improvisación o “respuesta rápida” sin un horizonte claro no debe ser norma, la planificación prospectiva permite anticiparse y generar sistemas de vigilancia para desarrollar una visión de largo plazo, que puede evolucionar con el tiempo o adaptarse a ciertas situaciones, pero manteniendo un objetivo definido que se quiere lograr.
Cambiar los hábitos de consumo energético es urgente
Este punto no quiere decir que la culpa de los apagones es de las personas por consumir mucho, pero se debe reconocer que ni el gobierno, ni la sociedad han hecho esfuerzos contundentes por mejorar los hábitos de consumo energético. Se ha popularizado el uso de generadores de diésel para reemplazar a la provisión de energía eléctrica por alumbrado público. Si bien esta es una alternativa para no parar las actividades productivas y cotidianas, no todos los sectores y domicilios pueden acceder a este recursos y principalmente, estos generadores producen ruido y nubes contaminantes en su entorno.
Algo que no se ha visto a raíz de los apagones es un llamado al uso más responsable de la energía eléctrica, ni por parte del gobierno, ni de las empresas y tampoco desde la ciudadanía, excepto por algunos mensajes muy superficiales que parecen buscar culpables más que motivar a un consumo más eficiente. Es común ver que, a pesar de los apagones por falta de capacidad de generación eléctrica, cuando hay energía o se conectan los generadores, se use la energía al máximo, por ejemplo, en centros comerciales y restaurantes existen luces prendidas en patios abiertos en horas de la mañana o de publicidad encendida que no son esenciales para las actividades diarias, sino que se usan únicamente por estética.
Los cambios de hábitos de consumo no se limitan únicamente a hacer campañas para apagar luces que no se estén usando en las casas, sino que los centros comerciales, restaurantes, empresas, fábricas sean más eficientes en el consumo, la industria de la construcción considere mejores estándares de edificación para generar un consumo energético más eficiente, y además, se concientice sobre temas que aunque no parece, están muy relacionados, como la importancia del arbolado urbano para generar sombra como uno de sus múltiples beneficios, la concientización sobre el cuidado de los ecosistemas y la planificación de ciudades con un enfoque de desarrollo urbano sostenible. Es importante que nuestra relación con el planeta y lo que hacemos con él esté interconectado con todas las acciones de nuestra vida.
Se deben buscar alternativas diversificadas
Pedir ayuda divina para que llueva, ni contratar únicamente barcazas termoeléctricas antes del estiaje no deben ser las únicas formas para evitar los apagones, sobre todo en un país que ha vivido situación similares, al menos en los últimos 30 años, de formas que afectan a las actividades cotidianas de la población. Es fundamental pensar en alternativas diversas que contribuyan a mitigar los efectos que la crisis climática genera en la capacidad de generación eléctrica y en el día a día de las personas.
Acciones como incentivar las energías alternativas, si bien no reemplazan al nivel de generación que las hidroeléctricas generan, sí pueden contribuir al menos a no depender de manera tan cargada en los generadores eléctricos de diésel y a tener reservas de generación energética que puedan reducir los apagones en el país. Por otra parte, ya se ha propuesto que es posible combinar el consumo eléctrico por alumbrado público con la generación particular como los paneles solares que pueden contribuir a reducir el consumo energético y a concientizar sobre otras alternativas de generación eléctrica.
No hay que olvidar que mejorar los hábitos de consumo es clave y no se debe dejar de lado, no es posible que, en medio de apagones de una jornada entera prácticamente, existan negocios que prenden focos en lugares abiertos para que se vea bonito. También es necesario reflexionar si los aires acondicionados son la mejor respuesta al calor o si es necesario pensar en soluciones naturales o más amigables con el ambiente como la edificación sostenible, considerando que es probable que los siguientes años sean más calurosos que el presente.
En conclusión, sin caer en el alarmismo, es importante considerar que ahora experimentamos una crisis climática y que hay una seria posibilidad de experimentar sequías de manera más seguida y prolongada. Por lo tanto, pensar que, una vez superada la situación actual, los apagones serán problema de los gobiernos futuros es algo irreal, si no se plantean soluciones de corto, mediano y largo plazo, los efectos serán cada vez más críticos y continuos.
Las crisis deben dejar aprendizajes para evitar que se repitan en el futuro y la afectación energética actual debe motivar la necesidad de contar con una estrategia energética integral que considere a la crisis climática, la generación alternativa de energía, mejores hábitos de consumo, una planificación estratégica y prospectiva y, además, que permita superar la corrupción evidenciada en el sector energético del país. La tarea no es sencilla, pero no se puede seguir posponiendo.
Referencia:
Ministerio de Energía y Recursos Naturales No Renovables. (24 de abril de 2024). Rueda de Prensa del Ministro encargado Roberto Luque sobre costo de apagones en Ecuador.
Autor:
Alvaro Andrade
Economista, experto en Desarrollo Sostenible, Agenda 2030 y planificación multiescalar.
Director Ejecutivo de Investoria Foundation y Coordinador Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible región Andes en Quito – Ecuador (SDSN Andes).