Autora: Natalia Cabezas
El concepto “diversidades sexo-genéricas” incluye a individuos cuyas preferencias sexo afectivas (orientación sexual), características genéticas y fenotípicas, y su identidad de género difieren de la norma cis-heterosexual; es decir, personas que se identifican como homosexuales, bisexuales, asexuales, transgénero, transexuales, travestis, intersexuales, entre otras. Por las siglas de las identidades que abarca se utiliza también la terminología LGBTIQ+ para nombrar a su colectividad.
Según Papalia (2005), gran parte de los principales momentos de la experiencia de las personas LGBTIQ+, que va de la conciencia de atracción por el mismo sexo a la revelación a los demás se produce entre los 8 y 19 años, aproximadamente 7 años de este periodo, los jóvenes transitan por la educación media. Es precisamente, el ámbito educativo una de las instancias donde se concentra la posibilidad de incidir con medidas para erradicar la discriminación hacia diversidades sexo-genéricas, no obstante, estas han resultado insuficientes (Vega, 2023), entre otras causas, porque “el Estado ha intentado implementar únicamente medidas básicas de inclusión” (Vilmonte, 2023, p.58). De manera que, según la Unesco (2014), uno de los principales motivos de la violencia que sufren al menos 1 de cada 5 estudiantes (UNICEF y Ministerio de Educación, 2017) tiene que ver con su orientación sexual o identidad de género.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) (2015) encuentra que existe un alto porcentaje de deserción escolar por causa de la discriminación y exclusión que viven niños, niñas y adolescentes por su orientación sexual, identidad o expresión de género; debido a que la discriminación en el ámbito educativo repercute negativamente en la salud, desarrollo psicosocial, convivencia escolar y desenvolvimiento académico de lxs estudiantes (Vega,2023). Al rastrear las prácticas discriminatorias y violentas contra las diversidades sexo-genéricas, se encuentra que muchas de ellas tienden a la ridiculización de la feminidad, tratada de manera peyorativa y denigrante (Vega, 2023). Este tipo de reacciones se sostienen “en el sistema heteropatriarcal, presente en el mismo cuerpo social; por lo que la escuela se erige como reproductora del mismo” (Muñoz, 2023, p.122). Surge en este sentido, una contradicción entre la intención política (limitada) del gobierno en promover la inclusión y el fundamento heteropatriarcal del cuerpo social.
Así, se puede entender por qué los docentes (como integrantes del cuerpo social), a pesar de las capacitaciones y sensibilización que puedan recibir, no estén aptos para tratar estos casos de abuso y que, de hecho, sean en muchos casos sus perpetradores. En un estudio sobre “Actitudes hacia la comunidad LGBTI en profesores de secundaria del Distrito I del cantón Cuenca”, se encuentra que, de los 234 maestros participantes, el 25% mostró actitudes homofóbicas, el 59,9% muestra tolerancia baja a la comunidad LGBTI y el 40,1% tolerancia media (León y Gonzales, 2020). La explicación de este posicionamiento de los docentes se complementa con el reconocimiento de la práctica socio–cultural del adultocentrismo, el cual, junto con la hegemonía del binarismo heterosexual se tensiona por la presencia del sujeto diverso que pone en riesgo sus prácticas centristas de “portadores de verdad, consejeros del bien y del mal, con principios y valores correctos, con la madurez suficiente para decidir por los otros etariamente inferiores” (Muñoz, 2023, p.122).
Otro actor determinante en la situación escolar de las personas LGBTI es la familia, que al igual que el sistema educativo, es una institución que configura “instancias de control, regulación y disciplinamiento de la sexualidad y (re)producción de la heteronorma (Vega, 2023, p. VII), a través de: “mandatos, costumbres y prácticas a lo largo de la crianza de lxs jóvenes” (Dávila, 2023, p.50). Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (2013) indica que el 70,9% de la población LGBTI entrevistada reportó que vivieron alguna experiencia de discriminación en su entorno familiar, de ellos, un 72,1% experimentó algún tipo de experiencia de control, el 74,1% sufrió algún tipo de imposición, el 65,9% rechazo y el 61,4% violencia. Es así que la situación de vulnerabilidad de la población LGBTI en el sistema educativo no solo se ve intensificada por su entorno familiar, sino que gran parte de las actitudes discriminatorias que sufren por parte de sus compañeros y personal educativo encuentra su re(producción) sus entornos familiares.
Al tomar en cuenta el factor decisivo del cuerpo social en la discriminación a la población LGBTI y las limitaciones de las políticas estatales inclusivas para interiorizarse en el mismo, cabe preguntarse las posibilidades de reestructuración de la base social por medio del accionar de la misma sociedad civil, ¿es posible reconstruir las estructuras que subyacen a la discriminación de las diversidades sexo-genéricas desde abajo? Y ¿Cómo esto se puede articular a la mejora de políticas gubernamentales en pro de las minorías LGBTI? Son preguntas que podrían orientar la búsqueda de soluciones profundas y de incidencia inmediata.
Referencias:
Comisión Interamericana de los Derechos Humanos. (2015). Violencia contra Personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans e Intersex en América. 12 de noviembre. OAS/Ser.L/V/II.rev.2
Dávila, M. (2022). El rol de la familia en la construcción de la sexualidad de jóvenes de la comunidad LGBTIQ, en Quito, Ecuador. FLACSO
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. (2013). Estudio de caso sobre condiciones de vida, inclusión social y cumplimiento de derechos humanos de la población LGBTI en el Ecuador (Documento institucional). https://bit.ly/3P1bNyq.
León, J., González, D. (2020). Actitudes hacia la comunidad LGBTI en profesores de secundaria del Distrito I del cantón Cuencas. Universidad del Azuay
Muñoz, R. (2023). La vida cotidiana de niñas, niños y adolescentes LGBTI Hostigamiento y alteridades en el ámbito educativo ecuatoriano. Universidad Andina Simón Bolívar
Papalia, D., S. Wendkos, R. Duskin,. (2005). Psicología del desarrollo de la infancia a la adolescencia (9na Ed.). McGraw-Hill, México D.F., México
UNESCO. (2014). Educación Integral de la Sexualidad: Conceptos, Enfoques y Competencias. Chile: OREALC/UNESCO Santiago.
UNICEF y Ministerio de Educación. (2017). Violencia entre pares en el sistema educativo: Una mirada en profundidad al acoso escolar en el Ecuador. Quito: UNICEF y Ministerio de Educación
Vega, H. (2023). Experiencias de jóvenes con identidades sexo genéricas diversas en espacios familiares y durante su tránsito por el sistema educativo ecuatoriano heteronormado. FLACSO
Vilmonte, J. (2023). POLÍTICAS PÚBLICAS PARA PERSONAS LGBTIQ EN RELACIÓN AL DERECHO A LA IGUALDAD EN EL ECUADOR. Pontificia Universidad Católica del Ecuador
Natalia Cabezas
Estudiante de sociología de la Universidad Central del Ecuador. Asistente de proyectos e investigación de Fundación Investoria.