4 preguntas necesarias para ir a votar

Autor: Alvaro Andrade

Estamos a las puertas de elegir una nueva presidenta o un presidente del Ecuador y se ha hablado de todo, menos de propuestas concretas. En este sentido es necesario reflexionar si por quienes vamos a votar nos han dicho de manera clara qué van a hacer, cómo lo harán y para qué lo quieren hacer. Y es que ante una campaña agresiva en cuanto a ataques personales, desinformación, odio y desprestigio, cómo ciudadanía quedamos ante un panorama bastante complejo. A pesar del contexto, el acto de elegir, debe continuar siendo un acto de civismo y de democracia directa, fundamental para la sociedad. Este artículo invita a que nos hagamos cuatro preguntas que, como mínimo, debemos considerar antes de ir a votar este 13 de abril. 

  1. ¿Qué es para mí la democracia? 

Parece una pregunta trivial, pero no lo es. ¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste qué significa vivir en democracia? Más allá de una definición típica como que la democracia es  una forma de organización política en la que el poder es ejercido por el pueblo, de manera directa o a través de representantes mediante elecciones, es necesario preguntarnos qué tan valioso resulta participar en un medio de un contexto tan complejo como el actual y que la democracia requiere de la participación activa de la ciudadanía más allá del voto para que nuestras ideas y necesidades sean escuchadas y estemos representados en la toma de decisiones. 

Las actuales elecciones muestran dos alternativas donde el autoritarismo es un factor latente y que sirve de foco para el ataque de lado y lado. Sin embargo, más allá de la discusión electoral, el fantasma del autoritarismo afecta directamente a nuestro Estado de derecho y al vivir en democracia. Por lo tanto, antes de ir a votar, es necesario reflexionar profundamente qué significa vivir en democracia y cómo ésta es necesaria para mejorar la confianza entre la ciudadanía, con el gobierno e instituciones y para asegurar que las decisiones se tomen en función al interés colectivo. 

En un momento en el que solo 5 de cada 100 personas confían sus políticos, 8 de cada 100 personas confían en otras personas y solo el 27% de la ciudadanía confía en que el gobierno podrá sacar adelante al país (Latinobarómetro, 2024), es necesario reflexionar sobre el papel que desempeña la democracia en nuestra sociedad y cómo volver a darle la importancia que se merece, tanto en proceso electorales como en la participación ciudadana en todas las decisiones públicas. 

  1. ¿Qué acciones principales realiza mi candidata/o?

Aunque no es sencillo conocer cuáles son las propuestas que nos ofrecen para entregar a cambio nuestro voto, debido a una campaña electoral marcada por el ataque y desprestigio, es necesario identificar canales que nos ayuden a informarnos de mejor manera sobre los planes de campaña, visión de gobierno, principales propuestas y de manera ideal, posibles equipos de gobierno. 

Ya sea porque no es fácil encontrar la información o porque no quieren que nos informemos, es claro que no resulta sencillo informarse sobre las propuestas de campaña, por lo tanto, en este apartado se recomienda identificar si mi candidato o candidata presenta de forma clara al menos sus tres principales ejes de campaña, por ejemplo, seguridad, empleo y economía. Es importante reflexionar sobre cuáles son al menos los tres principales temas que más nos interesan y cómo estos se ven reflejados en las propuestas de gobierno de la candidatura A y B para poder tomar una decisión más alineada a lo que esperamos de la gestión gubernamental. 

  1. ¿Cuáles son mis no negociables?

En cada proceso electoral, muchas veces nos vemos enfrentados a una sensación de resignación: sentir que debemos elegir la opción “menos peor”. Pero no deberíamos conformarnos con tan poco. La decisión de a quién dar nuestro voto no puede basarse únicamente en evitar que gane el otro, sino en quién representa mejor nuestras convicciones y principios.

Una pregunta fundamental para tomar una decisión responsable es: ¿cuáles son mis no negociables? Es decir, esos puntos clave que, para mí, son imprescindibles en cualquier persona que aspire a representarme. Por ejemplo, podría ser que no tenga antecedentes judiciales, ni acusaciones de corrupción, violencia o autoritarismo. Cada quien tiene sus propios límites éticos, y es importante tenerlos claros para no pasarlos por alto en nombre de un «mal menor».

Más allá de simpatías o antipatías personales, lo que realmente importa es identificar quién se alinea con esos principios que no estoy dispuesto a ceder. En la práctica, puede ser útil definir al menos tres condiciones no negociables que guíen nuestra decisión al momento de elegir a quien ocupará un cargo tan relevante como la presidencia.Independientemente de cuáles sean esas condiciones, lo esencial es que el voto sea consciente, informado y con convicción. Un voto nunca debería ser producto del miedo o la resignación.

Cada persona tiene valores y convicciones que no deben ser negociados ni hipotecados a cambio de promesas. Es justamente esa base personal la que puede marcar la diferencia para enfrentar la corrupción, la impunidad, la mala gestión y la falta de transparencia que tanto afectan a nuestro país.

  1. ¿Qué país nos ofrecen después de 4 años? 

Otro aspecto que se pasó por alto por alto en el debate y también durante la campaña electoral está relacionado con el país que nos van a entregar o por el que van a trabajar en caso de ganar. Es fundamental que nos puedan contar hacia dónde quieren llegar para conocer cuál es la hoja de ruta que proponen para el desarrollo del país. Este aspecto es sumamente importante porque nos ayuda a reflexionar sobre el por qué candidata A o candidato B quiere asumir la presidencia.

Este tema no es menor, ya que sin un horizonte claro, las propuestas quedan aisladas unas de otras y los esfuerzos que se generen no llevarán a ningún lado. En este sentido, debía ser una obligación que quienes participan en las elecciones nos cuenten cuáles son sus objetivos y en caso de ganar qué país nos ofrecen dejar después de su mandato. Esto no quiere decir que que nos mientan y nos ofrezcan una utopía, pero sí que seamos conscientes de la realidad actual y hacia dónde podemos mejorar con su gestión y liderazgo. 

Desafortunadamente, durante el debate y campaña hemos escuchado a las candidaturas defenderse de no estar vinculadas con la corrupción y el narcotráfico, pero no ha sido fácil conocer cuáles son sus propuestas y menos sobre el horizonte del país al que buscan llegar con su liderazgo. 

En este sentido, es muy importante reflexionar sobre qué país queremos en cuatro años y de qué manera las propuestas de campaña nos pueden conducir hacia esa situación de mejora. Es clave considerar que el panorama actual no es positivo y que siempre nos puede ir peor. Por este motivo, no hay tiempo para improvisaciones, desatención a los problemas sociales o para estancarse en rivalidades políticas. 

Más allá de lo que nos ofrecen, es importante que analicemos cómo nos involucramos con la democracia y cómo la promovemos. El primer paso es un voto informado, pero no debe ser el único o el último. La participación ciudadana y la incidencia en la toma de decisiones deben estar en permanente actividad para promover una mayor democracia. 

Estas cuatro preguntas no son las únicas que nos deberíamos hacer antes de ir a votar, pero son de mucha ayuda para pensar sobre nuestro papel en la democracia, sobre qué vamos a decidir nuestro voto y para qué estamos eligiendo. Por lo tanto, pensar en qué valor le damos a la democracia y nuestro derecho al voto, cuáles son nuestros no negociables al momento de elegir, identificar cuáles son al menos los tres ejes principales que mi candidata o candidato ofrecen y comprender qué país entregarán después de cuatro años, son factores fundamentales para generar un voto consciente, informado y alejado del odio y desinformación que han marcado a las actuales elecciones. 

Referencias:

Corporación Latinobarómetro. (2025). Informe Latinobarómetro 2024: La Democracia Resiliente.

Autor

Alvaro Andrade

Director Ejecutivo de Investoria Foundation. Economista, experto en Desarrollo Sostenible, Agenda 2030 y planificación multiescalar.

Scroll al inicio